Cuando pensamos en calidad de vida, sin duda son muchos los aspectos que intervienen en esta dimensión: factores educacionales, de salud física y mental, económicos, sociales, emocionales, entre otros. Sin embargo, uno de los ámbitos que influyen fuertemente, y al que me quiero referir en particular, sin desmerecer ningún otro, pero tratando de aislarlos para este texto, es el lugar de trabajo.

Uno de los grandes temores de los colaboradores / trabajadores / empleados (como quieras denominarlos, aunque yo prefiero personas), es que, con la implementación de tecnologías, incorporación de nuevos sistemas, o la llegada de consultores que buscan analizar procesos para identificar oportunidades de mejora en las organizaciones, muchos piensan que va a haber -como consecuencia- un número creciente de desvinculaciones. Y es esperable que así lo crean; por mucho tiempo ha sido así en algunos sectores. Pero no tiene que ser de esa manera. Hay grandes oportunidades para que las organizaciones hagan las cosas bien.

Por ejemplo (en Chile), la ley de las 40 horas -que busca disminuir la jornada laboral- y la ley de conciliación de vida personal, familiar y laboral, que establece el derecho al teletrabajo para quienes realizan labores de cuidado no remunerado a menores de 14 años o personas con discapacidad o en situación de dependencia; ambas iniciativas buscan mejorar las condiciones para permitir una mejora en la calidad de vida de las personas y de las familias.

En ese sentido, la automatización de procesos y tareas rutinarias y repetitivas, junto con otras optimizaciones, puede ser la llave que permita a las empresas dar cumplimiento a las normativas vigentes sin afectar la productividad, sino que comprometerse verdaderamente en la promoción del equilibrio entre el trabajo y la vida personal y con ello mejorar la calidad de vida.

¿Y tú, crees que es posible? ¿Qué procesos o tareas en tu organización podrían optimizarse gracias a la de nuevas tecnologías? Te invitamos a dejar tu opinión en nuestro LinkedIn.

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